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Covid-19

El sector empresarial, un actor clave en la recuperación poscovid

  • 21 de marzo de 2021
  • 3 min

Inmerso en una dinámica de cambio y transformación, el empresariado español debe mostrar su faceta más proactiva y vanguardista en la reconstrucción económica tras la pandemia.

Vivimos tiempos difíciles. La eclosión del coronavirus ha causado un shock sin precedentes a escala global, con un impacto sanitario, social y financiero devastador cuyos estragos se dejan sentir en todo el mundo. Una espiral negativa a la que España, muy castigada por la enfermedad, no ha podido escapar.

En el ámbito económico y empresarial patrio, la emergencia ha sacudido con virulencia los cimientos de la realidad que conocíamos hasta la fecha, comprometiendo seriamente la marcha del país, la supervivencia de cientos de miles de empresas y emprendedores, así como los puestos de trabajo de millones de personas. Todo ello, además, no ha hecho sino ahondar las desigualdades, más evidentes que nunca.

Con este horizonte incierto, marcado por una economía de guerra, el empresariado español se enfrenta a nuevos desafíos. Las decisiones que adopte determinarán, en gran medida, su presente y su futuro.

Fortalezas para un futuro pospandemia

Estado de alarma, confinamiento y parálisis; desescalada, nueva normalidad en cuarentena, incertidumbre ante la reanudación de la actividad, una recuperación irregular… En el último medio año, muchos negocios han sufrido los rigores de la crisis, anotándose importantes caídas de sus ingresos y experimentando serias dificultades para continuar operando. Números rojos, incumplimiento de obligaciones financieras y salariales, quiebras y la amenaza permanente de cierres potenciales, ERTEs masivos o el descontento de muchos empresarios respecto a unas medidas de apoyo que consideran insuficientes son solo algunos de los ingredientes que añaden más dramatismo al momento presente.

Sin embargo, a pesar del destrozo económico y laboral que dejará la epidemia, de las profundas cicatrices sociales y humanas surgidas en medio de un panorama tan desalentador, hay motivos para la esperanza.

En España, las empresas crean empleo. Las pymes lideran la generación de puestos de trabajo, constituyendo el verdadero motor para la expansión de nuestra economía. Así ha sido hasta la fecha. Las micro, pequeñas y medianas empresas representan el 99,8% de la estructura corporativa (2,86 millones de compañías) y son responsables de, prácticamente, el 66% de toda la ocupación estatal. Semejantes guarismos son un argumento de peso para confiar en su protagonismo en la reactivación económica.

Además de su aporte al mercado laboral, las inversiones del sector privado son fundamentales para la creación de riqueza, esenciales a la hora de sostener el crecimiento en el largo plazo y determinantes para impulsar el desarrollo económico. Sin las pequeñas y medianas empresas, cuyo número no ha dejado de aumentar en los últimos años, no podría entenderse el incremento de la producción de bienes y servicios, el fortalecimiento de la demanda interna o el repunte de la actividad exportadora. Un rol que debe continuar, de manera proactiva, en las circunstancias actuales.

Por su parte, las grandes corporaciones están siendo igualmente clave en este periodo de manifiesta inseguridad gracias, en buena medida, a su músculo financiero, sus infraestructuras, recursos y su capacidad para ayudar a otras empresas, rubros productivos, familias, entidades sociales, etc.

Asentadas en sectores imprescindibles para encarar la crisis, muchas de estas compañías de gran tamaño y carácter esencial han conseguido amortiguar el impacto de la Covid-19, conservando su actividad, manteniendo sus plantillas a flote e, incluso, sumando nuevas contrataciones. En definitiva, han esquivado el golpe y salido fortalecidas, evitando un colapso económico de mayores dimensiones.

Adaptación, resiliencia y liderazgo

Otro punto a favor del empresariado para convertirse en palanca de la recuperación en estos momentos de acople es su rápida capacidad de adaptación a un desafío tan complejo, a los nuevos patrones que dicta el mercado. La coyuntura obliga a mostrarse más ágiles y flexibles en la toma de decisiones, a reinventarse y especializarse, a ser creativos e innovadores, dando lugar, además, a empresas más humanas, solidarias, colaborativas, empáticas y comprometidas.

Como en crisis anteriores, la iniciativa privada conoce la importancia de la resiliencia para superar las adversidades y sobreponerse a momentos críticos. De nuevo, el tejido empresarial deberá hacer gala de una gran adaptabilidad -como viene demostrando- para transformarse y vencer esta disrupción, sacando lecciones en positivo que le permitan, a futuro, anticiparse, protegerse y garantizar su continuidad en el tiempo. El liderazgo corporativo se antoja clave para generar confianza y crecer.

La comunidad empresarial continuará desempeñando un papel muy activo en la búsqueda de este cambio de tendencia, en el retorno a la senda de un crecimiento que permita mantener, con garantías, el pulso económico. Las empresas españolas seguirán siendo la punta de lanza para derrotar la crisis, para crear y conservar empleos y, en definitiva, para lograr que la economía no se estanque de un modo irreversible e irreparable. Es momento de creer en ellas.

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