La transformación digital, un desafío clave

El proceso de aceleración digital permite que muchas empresas continúen desarrollando su actividad de una manera solvente en días de coronavirus.

No son tiempos fáciles. La crisis económica y social desatada por la Covid-19, totalmente atípica si atendemos a la naturaleza de su origen, ha inducido un importante cambio organizacional en el mundo corporativo. Con una pandemia global sacudiendo los cimientos del mundo que conocíamos, la emergencia ha obligado a las empresas a intensificar el uso de herramientas y plataformas tecnológicas para continuar sus actividades a distancia.

Confinamiento y distancia social, entre otros factores, han forzado a un gran número de compañías a cambiar su manera de entender el oficio y su forma de trabajar. Una conversión, en muchos casos, inminente y sin paliativos, que afecta a sus procesos operativos y productivos, necesitados ahora de incorporar la innovación, las nuevas tecnologías y generalizar su uso para subsistir.

El coronavirus ha servido de catalizador para precipitar lo que muchos expertos en gestión corporativa definen como ‘Darwinismo empresarial’. Aplicando la teoría del naturalista inglés a la esfera de los negocios, se podría concluir que no sobrevive el más fuerte, sino aquel que mejor se adapta a las condiciones del momento, que está dispuesto a evolucionar y se adelanta, de un modo ágil y flexible, a los cambios potenciales que puedan acontecer, preparándose para crecer en un entorno tan volátil, tan competitivo.

La clave para resistir y progresar descansa, pues, en esa capacidad para reaccionar con velocidad y acomodarse al cambio. De ahí que muchas compañías hayan tenido que apremiar su proceso de transformación digital para asegurar la supervivencia de sus negocios. Las circunstancias obligan.

Cambio de mentalidad obligado

Global, digital, hiperconectado, automatizado. Son algunos de los calificativos que leemos y escuchamos a diario sobre el mundo empresarial. Un ecosistema, cada vez menos físico y más virtual, en el que sobrevienen cambios constantes a un ritmo vertiginoso. Con la pandemia causando estragos, con patrones de consumo diferentes, una interactividad reforzada y nuevas formas de trabajar y relacionarnos, la tecnología y los servicios digitales se convertirán, inexorablemente, en su tabla de salvación.

Digitalizar una empresa es una iniciativa compleja. Un proyecto que, con el foco en las personas y los procesos, requiere innovar, actuar sobre el modelo de organización, la metodología, los recursos tecnológicos a implementar, la experiencia de los clientes, etc. De ahí que este nuevo paradigma económico y productivo sustentado en la transformación digital demande un pensamiento disruptivo, una actitud que rompa con esquemas más tradicionales para amoldarse a la nueva realidad.

Como dice el refrán, “más vale prevenir que curar”. Al margen de sobrevivir, para muchas empresas la transformación digital ofrece un gran potencial para reinventarse, una ventana abierta para crear nuevas oportunidades profesionales.

Algunas firmas, con independencia del tamaño y sector de actividad, han sabido anticiparse, prever esta situación y armarse con soluciones y una mentalidad digital. Su paso al frente les ha permitido gozar de mejores condiciones para afrontar la crisis con solvencia y ciertas garantías. Otras, en cambio, no lo han hecho. Por ello, se encuentran en la tesitura de experimentar, urgentemente, un proceso de transformación digital, de adaptarse o perecer. Sin duda, una diferencia abismal.

Una imperiosa necesidad pospandemia

La comunidad empresarial vive un momento decisivo. Envuelta en una dinámica donde las nuevas tecnologías y la innovación marcan el paso, el fenómeno digital supone un auténtico trampolín para evolucionar. Más que una ventaja competitiva, un imperativo para mirar al frente y encarar un futuro que se antoja incierto.

Durante el estado de alarma, tener presencia online y el teletrabajo han sido, para numerosas empresas, el único modo de proseguir con su actividad. Una válvula de escape para salir airosas y no tener que echar el cierre en este escenario confuso. Y para ello han tenido que hacer los deberes, adaptarse en tiempo récord a la nueva situación, a las nuevas circunstancias, lo que les ha permitido, incluso, consolidar su perspectiva y aprovechar las oportunidades de negocio que hayan surgido. En el camino han quedado muchas otras que, por el contrario, no han sabido, querido o podido hacerlo. Ahora, ha llegado su momento.

Si bien el trabajo en remoto es una de las grandes novedades que nos ha dejado la crisis, tal vez la cara más mediática de este nuevo paradigma, lo cierto es que la transformación digital es un proceso mucho más intrincado y profundo que la mera digitalización o la utilización de una determinada tecnología.

Esta metamorfosis implica un salto cualitativo a todos los niveles y extendido a toda la estructura organizacional, con el propósito crear nuevos estándares relacionales y esquemas de trabajo que se beneficien del enorme potencial que ofrece la digitalización. Una conversión integral donde convergen un cambio de mentalidad, TIC, modelos de negocio y procesos, y siempre con la mente puesta en aportar valor añadido y crear experiencias más satisfactorias para los clientes a la hora de competir en esta nueva era digital.

Con el tiempo, la pandemia del coronavirus quedará atrás. Sin embargo, puede que el mundo haya cambiado para siempre. En días poscovid, la transformación digital será determinante a la hora de construir compañías más eficientes, para garantizar la continuidad operativa en un tablero teñido de incertidumbre. Las tecnologías de la información y la comunicación continuarán siendo una pieza clave para evolucionar y romper con la rigidez de algunos modelos empresariales, ofreciendo respuestas más rápidas en un entorno sumamente exigente. Un desafío formidable en esta nueva forma de concebir la economía.

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