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Empresa

La formación en competencias digitales, una herramienta básica para el desarrollo empresarial

  • 30 de marzo de 2021
  • 4 min

En el contexto de transformación digital, la capacitación de profesionales en skills tecnológicos es un factor determinante para potenciar la competitividad de las organizaciones.

En la era de la economía digital, sumidos en una evolución disruptiva apoyada en la digitalización y los datos, la crisis del coronavirus nos precipita a otras formas de relacionarnos, comunicarnos, educarnos y entretenernos.

La metamorfosis no termina aquí. La pandemia ha espoleado no solo la transformación digital de la sociedad; también ha precipitado cambios sustanciales, con vocación de permanencia, en la esfera profesional y empresarial, en el modo de trabajar y producir, de concebir, organizar y hacer negocios.

En este contexto, la innovación tecnológica, puesta al servicio de las personas, debe ser una prioridad para las empresas, que han de reinventarse y adaptarse a esta nueva realidad. Incrementar la digitalización implica ganancias en materia de competitividad, crecimiento, innovación, liderazgo y empleo.

Hacia una mentalidad empresarial más digital

Digitalizar no es sumir a la compañía en una transformación digital; la digitalización puede ser parte de este recorrido, pero son conceptos distintos. La simple digitalización de procesos será insuficiente para adaptarnos a clientes y usuarios. Sin una actitud propensa a progresar, al cambio más profundo, tan solo estamos sustituyendo la utilización de unas herramientas por otras, llevando a cabo un mismo uso y cumpliendo un objetivo idéntico.

En cambio, la apuesta por la transformación digital, un desafío clave implica una actitud totalmente diferenciada, orientada a conseguir procesos más eficientes, un mejor rendimiento operativo, etc., a partir del uso de las tecnologías. Una oportunidad para reinventarse, para cambiar el funcionamiento, sirviéndose de la integración de las TIC en la toda estructura organizacional con la finalidad de cumplir las metas marcadas por la entidad.

La emergencia del momento ha obligado a la comunidad empresarial a meter una marcha más en su itinerario de escalada digital, urgiendo a reformular modelos de trabajo y adaptar procesos de negocio. Una intensidad que nos permite ver la faceta más transformadora de muchas compañías, requisito imprescindible a medio y largo plazo para mantener la competitividad e impedir un estancamiento económico total en esta nueva coyuntura.

Tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), los sistemas de gestión de grandes volúmenes de datos (Big Data), realidad virtual, aprendizaje automático o robotización son algunas de las soluciones punteras que lideran la transformación digital del tejido corporativo. Todas, sin duda, tendrán un gran impacto en las organizaciones a la hora de optimizar su eficiencia y aumentar la rentabilidad. Sin embargo, su mera incorporación no es suficiente para abordar esa transformación. Además de esa integración tecnológica, se precisa una reinterpretación del negocio y la adaptación de la manera de trabajar, una colaboración transversal con terceros… siempre con la mente puesta en innovar y ofrecer la mejor propuesta al cliente en función de sus preferencias y necesidades. Todo ello marcará la diferencia en el ámbito empresarial.

En su informe ‘La Sociedad Digital en España 2019’, Fundación Telefónica subraya cómo la elevada digitalización del territorio nacional ha hecho que la adaptación debido a la pandemia (…) haya sido rápida y ha permitido la continuidad de muchas actividades esenciales”.

Sin embargo, este es un escenario de luces y sombras. A pesar de contar con buenos mimbres para emprender el cambio de paradigma, es necesario desterrar el conformismo y redoblar los esfuerzos en esta dirección. Con anterioridad al estallido de la crisis, la firma de consultoría PwC alertaba en su análisis ‘Industria 4.0: Global Digital Operations Study 2018’ de que “dos de cada tres empresas españolas se están quedando atrás en el proceso de digitalización”, un dato más que revelador si tenemos en cuenta que, en la actualidad, el 99,8% del tejido productivo patrio está conformado por pequeñas y medianas empresas.

Lejos de caer en la autocomplacencia, se necesita un mayor brío para acelerar la digitalización de la industria y del resto de sectores productivos, en especial de las pymes y los autónomos, junto a una mayor formación digital de la ciudadanía. Estos factores son esenciales para reactivar una economía maltrecha, salir de la crisis y crear empleo.

Repensar y remodelar el talento

La trasformación digital y los nuevos modelos de negocio comportan un cambio de gran envergadura para las empresas y el entorno laboral. Una revolución sin parangón hasta la fecha.

En esta rápida transición hacia la sociedad del conocimiento, el mercado laboral demanda profesionales flexibles, una fuerza de trabajo capaz de adaptarse y reaccionar ante circunstancias variables –como las actuales-, ofreciendo una respuesta eficiente ante cada situación.

La digitalización implica reformular la práctica totalidad de los elementos que componen la cultura organizativa. La remodelación del capital humano, formado y capacitado en competencias digitales, es un ingrediente fundamental en este viaje.

La propia inercia del momento exige, pues, desarrollar nuevas destrezas, entre ellas, las competencias digitales (e-skills), entendidas, sucintamente, como la capacidad para hacer un uso crítico, seguro y eficaz de las TIC para el trabajo, la comunicación y el ocio. Ya sean básicas en un primer momento (las que cualquier persona debe tener para manejarse con soltura en un entorno digital) o avanzadas en una etapa ulterior (aquellas a desarrollar específicamente para aportar un valor añadido en el puesto de trabajo), estas habilidades son determinantes para amoldarnos a esta envolvente y adecuar los procesos a la nueva realidad.

Dentro de la organización, parte del éxito radicará en formar a los profesionales en aquellos skills digitales y herramientas tecnológicas más adecuadas para garantizar su correcto desempeño (aplicables, por ejemplo, en disciplinas como la programación, la computación en la nube, el desarrollo de software y aplicaciones, la gestión de los datos, etc.), permitiéndoles explotar todo su potencial.

Una capacitación laboral que no abarca únicamente aquellos conocimientos técnicos que pueden ayudar a un trabajador a destacar profesionalmente, sino que se extiende, asimismo, a una serie de competencias que potencian la empleabilidad y facilitan la adaptación al entorno, a los cambios: las habilidades blandas o soft skills. Entre otras, la creatividad, la asertividad, la inteligencia emocional o el espíritu colaborativo. Un continuo aprendizaje por parte de todos.

La correcta adaptación por parte de los profesionales al cambio digital únicamente será posible a partir de la combinación de ambas competencias, un aspecto clave para potenciar su desarrollo y promover nuevas formas de trabajar. Por un lado, la vertiente más tecnológica, conociendo y dominando el uso de soluciones y estándares que forman parte de los procesos de trasformación digital de las empresas (Internet de las Cosas, IA, social media, Blockchain, etc.); del otro, entrenando sus habilidades de comunicación, liderazgo y visión estratégica, resiliencia y superación de las adversidades, entre otras.

Formación digital, un motor de empleabilidad

En tan solo unos meses hemos asistido a un gran salto en el itinerario de digitalización seguido por el tejido empresarial y la sociedad en su conjunto. La profusión de nuevas tecnologías ha revolucionado nuestra forma de vida y con ella el mundo laboral, cada vez más exigente.

En esta coyuntura, todo cambia. Los hábitos y demandas son cada vez más digitales. Los trabajos, también; hasta tal punto que muchas de las profesiones actuales dejarán de existir en pocos años y otras muchas nacerán fruto de esta evolución. Las empresas precisan profesionales cualificados para gestionar todas las aristas del proceso de cambio tecnológico y productivo. No es posible abordar dicha evolución sin esos perfiles estratégicos dotados de sólidos conocimientos en tecnologías emergentes y con facilidad para desenvolverse en entornos dinámicos.

Ya incluso antes de la irrupción de la pandemia, en España han surgido nuevas demandas empresariales de contratación y formación en esta dirección, más especializadas y alineadas con el avance imparable de la economía digital. Y para que el mercado de trabajo pueda seguir el ritmo dictado por la renovación tecnológica, será imperativo contar con un marco formativo de calidad con el que capacitar a profesionales, actuales y futuros, que puedan desenvolverse en los nuevos escenarios.

Una formación, orientada a la dinámica de la transformación digital, que abarque los distintos estadios del sistema educativo, desde las etapas más tempranas hasta las titulaciones universitarias, pasando por la formación profesional y la FP Dual, modalidad esta última de gran valor para acerar la empresa a la formación y ayudar a los jóvenes a incorporarse a la esfera laboral. Una capacitación que, además de conocer los cambios y tendencias, evolucione de manera periódica sus contenidos para nutrir al mercado de trabajo del talento tecnológico que tanto necesita.

En resumidas cuentas, una educación en materia digital que, consciente de la necesidad de amoldarse a los nuevos tiempos, despliegue una oferta formativa con la que impulsar la empleabilidad de potenciales trabajadores especializados en algunas de estas temáticas y, al mismo tiempo, resuelva necesidades empresariales tan acuciantes.

Un reto y una oportunidad al mismo tiempo, el de la enseñanza y el aprendizaje de competencias digitales, que redundará en grandes beneficios a la hora de desarrollar el talento y catapultar la mejora del modelo productivo.

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