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Empresa

Diez fuentes alternativas de financiación para el emprendimiento pospandemia

  • 25 de mayo de 2021
  • 4 min

Pymes, autónomos y emprendedores recurren, cada vez más, a diversas soluciones crediticias y de liquidez ligadas al capital de inversores particulares. Te detallamos algunas de las fórmulas más extendidas.

Después de un curso 2020 duro como pocos se recuerdan, la comunidad empresarial precisa liquidez adicional, urgente, para dejar de caminar sobre el alambre. Para sortear las innumerables dificultades sufridas y encarar el futuro con cierta solvencia si la actividad económica no responde al ritmo de reactivación previsto.

En España, un país de pymes, el crédito bancario constituye, hasta la fecha, el principal asidero de pequeños y medianos empresarios, autónomos y emprendedores para obtener financiación con la que cubrir sus necesidades de circulante. El canal de referencia para lograr la inyección económica inmediata que les permita continuar con su actividad y seguir pagando a empleados y proveedores.

Sin embargo, si echamos la vista atrás, vemos cómo una excesiva dependencia de la banca podría resultar peligrosa. En momentos críticos, en días de volatilidad e incertidumbre, como los vividos con el shock financiero de 2008 o con el estallido pandémico, el sistema podría tensionarse hasta el extremo, incapaz de absorber y cursar toda la demanda de crédito. Por su parte, el sector empresarial, un actor clave en la recuperación poscovid, sufriría mayores restricciones para acceder a esta financiación tan necesaria.

Allá por 2016, el Banco Central Europeo (BCE) apuntaba que “una estructura de financiación más diversificada puede hacer que las empresas sean más resistentes ante perturbaciones que afecten al sistema bancario”. De ahí que, en una coyuntura como la actual, diversificar la financiación y encontrar fuentes alternativas de financiamiento sea más importante que nunca. 


Tipos de financiación alternativa para las pymes

El punto de partida es innegociable: sin cierta capacidad económica, sin dinero, es impensable poner en marcha una iniciativa empresarial. De ahí que la financiación represente, a todas luces, un elemento fundamental para el emprendimiento, en especial durante ciclos turbulentos, cuando asoman mayores aprietos para que las pymes accedan a unos recursos vitales para dar alas a sus proyectos.

En este escenario, acudir a fuentes de financiación no bancarias, no depender en exclusiva de la apertura o cierre de ese grifo de crédito, puede suponer una gran baza; una opción real, viable y alternativa al modelo convencional.

Hoy en día, en paralelo a ese paradigma tradicional, a los préstamos bancarios y líneas de ayudas y subvenciones para pymes (ICO, ENISA…), conviven en el mercado diversas modalidades con las que obtener fondos para la puesta en marcha de nuevas iniciativas y a los que también pueden acceder las empresas ya establecidas. A continuación, te enumeramos algunas de las fórmulas más comunes para captar capital y financiar una aventura empresarial:

Crowdfunding

El micromecenazgo es un mecanismo colaborativo de financiación colectiva, sustentando en las nuevas tecnologías, a partir de la cual una red de pequeños inversores (‘micromecenas’) apoya económicamente un determinado proyecto o negocio. Dentro de este sistema encontramos, entre otras modalidades: Equity crowdfunding (Crowdfunding de inversión); Donation-based crowdfunding (Crowdfunding de donación); y Reward-based crowdfunding (Crowdfunding de recompensa). 

Crowdlending

A través de plataformas digitales, esta vía colectiva de financiación, similar a la que pueda llevar a cabo una entidad bancaria (evitando la intermediación), se sustenta en la concesión de préstamos entre particulares y/o empresas. Esto es, préstamos colaborativos financiados con capital privado, con los cuales estos inversionistas pueden obtener más rentabilidad (intereses) por sus ahorros.

Crowdfactoring

A la estela de la microfinanciación y los préstamos entre particulares, esta modalidad permite a las compañías anticipar el cobro de facturas emitidas gracias a las distintas aportaciones económicas de inversores particulares u otras entidades, que a cambio de adelantar ese capital recibirán una rentabilidad pactada en los plazos establecidos.

Venture capital (VC)

El capital riesgo es un mecanismo para financiar, fundamentalmente, empresas emergentes o startups, compañías con base tecnológica y negocios innovadores, en el que las sociedades inversoras especializadas contribuyen con sus aportaciones privadas a este tipo de organizaciones que se encuentran en una fase inicial, temprana, de su desarrollo. 

Private equity

Con un funcionamiento muy similar al capital riesgo, este tipo de fondos (capital inversión) se dirige a empresas y proyectos consolidados o que se encuentran ya en fase de expansión, y no solo a entidades de corte tecnológico en etapas tan incipientes, con la finalidad de hacerlos crecer. Además de atenuarse el riego para los inversores, las cantidades invertidas y los porcentajes adquiridos suelen ser mayores que en el VC.

Business angels

Este tipo de inversor privado, de proximidad, aporta capital propio, tiempo y dedicación, experiencia, conocimientos y contactos para apoyar ideas, proyectos y emprendimientos innovadores, revestidos de un alto potencial de crecimiento, ya sea en sus fases semilla, arranque o en cualquier periodo posterior de su desarrollo; a cambio de obtener participaciones accionariales y futuras ganancias.

Friends, Family and Fools

En la ‘financiación de las tres Fs’, el emprendedor recurre a la amistad, al círculo más cercano, al vínculo más emotivo y emocional: la familia, los amigos y aquellos ‘tontos’ o ‘locos’ que creen y confían en el proyecto o negocio. En muchas ocasiones, este grupo tan afín es el primer recurso del pequeño emprendedor.

Bootstrapping

Como alternativa a los empréstitos externos, al endeudamiento y a la dependencia de terceros, este anglicismo guarda relación con la idea de emprender con recursos muy limitados, recurriendo al autofinanciamiento de iniciativas empresariales por medio de los ahorros de los fundadores y de ingresos generados a partir de la facturación.

Bartering

Si bien no se trata de un sistema de financiación directo, el trueque es una buena opción para ahorrar y reducir costes fijos. ¿La manera de hacerlo? Por medio de acuerdos comerciales con otras entidades, en los que se contempla un intercambio de productos, servicios o cualquier otro tipo de prestación, permitiendo alcanzar un beneficio para ambas partes sin que medie intercambio monetario.

Convocatorias, premios y concursos

Este tipo de certámenes representa una buena oportunidad para que emprendedores de todos los signos concurran y compitan en búsqueda de financiación con la que asentar sus proyectos.


Estas son, tan solo, algunas de las modalidades de financiación alternativas más comunes en nuestro país para que pymes, autónomos y emprendedores obtengan recursos con los que ‘alimentar’ su negocio. Eso sí, conviene tener muy presente que cada empresa, cada proyecto, tiene unas particularidades y necesidades específicas, por lo que no todas estas fórmulas serán aptas para todas las organizaciones. En este punto, como siempre, es fundamental recurrir a la ayuda profesional para determinar la mejor opción.

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