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Cuenta atrás para el fin de los fondos NextGenerationEU

  • 05 de junio de 2025

La Comisión Europea llama a acelerar la ejecución del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia antes de su cierre en 2026, destacando los avances logrados pero alertando sobre los retrasos que amenazan el pleno aprovechamiento de los fondos NextGenerationEU.

El 4 de junio, la Comisión Europea presentó la Comunicación “NextGenerationEU: el camino hacia 2026”, un documento estratégico que marca el inicio de la fase final del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). Con solo 454 días por delante hasta su conclusión el 31 de agosto de 2026, la Comisión hace balance del progreso realizado, identifica retos pendientes y lanza recomendaciones clave a los Estados miembros para asegurar la plena ejecución de los recursos asignados.

Desde su puesta en marcha, el MRR ha sido la principal herramienta de respuesta de la Unión Europea frente a la crisis provocada por la COVID-19. Sus efectos han sido notables, no solo en términos de estabilización macroeconómica inmediata, sino también en la transformación estructural de los países beneficiarios. Según los datos presentados, el mecanismo ha contribuido significativamente al mantenimiento y estímulo de la inversión pública, que se espera alcance el 3,8% del PIB europeo en 2025, y se proyecta un crecimiento económico adicional del 1,4% del PIB en 2026 debido a su  gran impacto.

En términos de distribución de fondos, los Estados del sur y del este de Europa, como España, Italia, Grecia, Polonia o Portugal, han sido los principales beneficiarios directos. No obstante, también se han registrado importantes efectos indirectos (“spillovers”) en países como Alemania, Países Bajos, Austria y Dinamarca, según recoge un informe reciente de la propia Comisión.

A nivel de prioridades, un 42% del gasto se ha destinado a la lucha contra el cambio climático y un 20% a la transformación digital, alineando el mecanismo con los grandes objetivos estratégicos de la UE. Además, muchas de las reformas estructurales emprendidas han contribuido a mejorar los marcos institucionales y las condiciones de inversión de los Estados miembros.

Pese a estos avances, el informe advierte sobre los desafíos que persisten. Casi la mitad de los fondos asignados (unos 335.000 millones de euros) aún están pendientes de desembolso, y más del 60% de los hitos y objetivos no se han alcanzado. Este retraso en la ejecución no solo compromete la efectividad del mecanismo, sino que también está empezando a generar costes financieros para la UE, como consecuencia del aumento de los tipos de interés y la acumulación de saldos no utilizados.

La Comisión Europea identifica como principales causas de estos retrasos la complejidad administrativa, la falta de agilidad en la concesión de permisos, y la presión adicional provocada por acontecimientos geopolíticos recientes, como la guerra en Ucrania y la crisis energética. Ante este contexto, insta a los Estados miembros a realizar una revisión exhaustiva de sus planes nacionales, eliminando aquellas medidas difíciles de implementar y priorizando las que puedan ejecutarse en tiempo y forma.

Asimismo, recomienda anticipar durante 2025 los hitos que ya se han cumplido, para aliviar la carga administrativa prevista en 2026, y sugiere explorar alternativas como el escalado de medidas exitosas, la reorientación de proyectos hacia otros programas europeos,como InvestEU o el futuro Programa Europeo de la Industria de la Defensa, o la división de proyectos para su continuidad a través de financiación nacional. También plantea la necesidad de maximizar el uso de instrumentos financieros que favorezcan la inversión privada, así como reforzar el papel de los bancos e instituciones nacionales de promoción.

En definitiva, el MRR ha demostrado ser una herramienta eficaz e innovadora para afrontar la recuperación económica y promover una transformación sostenible en la UE. Sin embargo, su éxito final dependerá de la capacidad de los Estados miembros para acelerar su ejecución en este último tramo y garantizar que los recursos disponibles se traduzcan en resultados concretos.

Desde FADE, seguiremos atentos a la evolución de este proceso, especialmente en lo que respecta a las oportunidades que puedan derivarse para el tejido empresarial asturiano.

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